Los callos o callosidades (también llamados hiperqueratosis plantares) son una respuesta de nuestro cuerpo ante un exceso de fricción y/o presión en determinadas áreas del pie. Son un engrosamiento de la zona más externa de la piel, causada por una acumulación de células muertas.
Los callos no son lesiones graves, pero cuando aparecen nos están indicando que algo no va bien, ya sea la hidratación de la piel, el calzado, la forma de caminar...
Por lo que como recomendamos siempre, no se trata de paliar el síntoma sino pararnos a pensar la causa de la aparición y atajarla desde ese punto. Para ello muy importante cuidarse la salud de los pies, siguiendo todos los consejos del apartado de estilo de vida y mantener una buena hidratación con productos bio y ecológicos que no perjudican la barrera de la piel.
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Porque la aplicación de los callicidas no nos solucionan el problema. Además bajo ningún concepto hay que tratar en casa los callos, helomas o durezas con estos productos químicos (totalmente desaconsejados por podólogos). Los callicidas no eliminan la causa del problema, sino que generan una herida y quemadura en la piel que agrava la situación.
Los callos o callosidades (también llamados hiperqueratosis plantares) son una respuesta de nuestro cuerpo ante un exceso de fricción y/o presión en determinadas áreas del pie. Son un engrosamiento de la zona más externa de la piel, causada por una acumulación de células muertas.
Generalmente, llamamos callos a cualquier lesión dura que se produce en la piel de los pies.
1- DUREZAS O HIPERQUERATOSIS DIFUSA.
Esta alteración en la piel es más extensa y superficial, y se caracteriza por tener los bordes sin definir y un color amarillento, que deriva del cúmulo de queratina en la zona. Se producen en las capas más superficiales de la piel y generalmente no provovan dolor ni molestia.
2- HELOMAS O HIPERQUERATOSIS LOCALIZADA.
En este caso, la alteración en la piel está más concéntrica, profunda y definida, y según la zona, puede generar molestia o dolor al tocar o caminar. En muchas ocasiones, los helomas no son tan visibles ya que se encuentran cubiertos por durezas.
Dentro de los helomas podemos diferenciar varios TIPOS:
.CLAVO PLANTAR O HELOMA PLANTAR. Aparecen en la planta del pie por la fricción y presión sobre esta zona. Presentan mayor dolor al roce y al caminar, ya que da la sensación como si pisáramos un “clavo” en cada paso que damos.
.“OJO DE GALLO”, “OJO DE POLLO” o HELOMA INTERDIGITAL. Esta lesión también se produce por la fricción y presión, pero en este caso los “causantes” son los huesos de los dedos cuando rozan unos con otros. Por ello, el “ojo de gallo” se localiza entre los dedos del pie, con más frecuencia entre el cuarto y el quinto dedo.
.HELOMA DORSAL. Son aquellas lesiones que aparecen en la parte superior de los dedos debido a la fricción que sufren con el calzado. Son muy habituales en personas que sufren patologías como dedos en garra, martillo o mazo.
.HELOMA DE FONDO DE SACO. Este tipo de callo aparece en la parte blanda que une dos dedos del pie. Suele ser doloroso y aparece con más frecuencia entre el cuarto y quinto dedo.
Exceso de fricción o presión en determinadas áreas del pie producidos por:
- CALZADO. Los zapatos de punta estrecha favorecen la aparición de los callos, ya que al oprimir los dedos y estar más juntos en el interior, en cada paso que damos la fricción es constante y repetida. Por el mismo motivo, los zapatos de tacón también son causantes de muchos problemas dérmicos como este.
- CALCETINES. Los calcetines actúan como barrera entre la piel del pie y el calzado, pero cuando no llevamos, el roce de la piel (sobre todo de los dedos) provoca la aparición de esta lesión. A su vez, si los calcetines están mal colocados (formando arrugas o pliegues) también pueden generar fricción y por lo tanto callosidades.
- MALA PISADA. No todos apoyamos igual al caminar ni repartimos la presión de la misma manera. Por todo ello, muchas veces se generan callos y durezas en los mismos puntos debido a una incorrecta forma de pisar. Un estudio biomecánico de la pisada será clave para corregirlo.
- FALTA DE HIDRATACIÓN. La piel del talón es una de las partes más afectadas por la deshidratación del pie, ya que se produce una acumulación de descamaciones y células muertas.
- OTRAS PATOLOGÍAS. Patologías como juanetes, dedos en garra, mazo o martillo también pueden fomentar la aparición de hiperqueratosis plantares por la presión que ejerce esta deformación contra la piel y el calzado.
• Piel gruesa o endurecida en una zona concreta, sin bordes definidos
• Color amarillento por la acumulación de queratina
• Sequedad
• Textura áspera al tacto
• Pueden provocar dolor o molestia al tocarlos, rozarlos o cuando caminamos. Pero generalmente no duelen.
Los callos no son lesiones graves, pero cuando aparecen nos están indicando que algo no va bien, ya sea la hidratación de la piel, el calzado, la forma de caminar...
Por lo que como recomendamos siempre, no se trata de paliar el síntoma sino pararnos a pensar la causa de la aparición y atajarla desde ese punto. Para ello muy importante cuidarse la salud de los pies, siguiendo todos los consejos del apartado de estilo de vida y mantener una buena hidratación con productos bio y ecológicos que no perjudican la barrera de la piel.
Los callos no son lesiones graves, pero cuando aparecen nos están indicando que algo no va bien, ya sea la hidratación de la piel, el calzado, la forma de caminar...
Por lo que la aplicación de los callicidas no nos solucionan el problema. Además bajo ningún concepto hay que tratar en casa los callos, helomas o durezas con estos productos químicos (totalmente desaconsejados por podólogos). Los callicidas no eliminan la causa del problema, sino que generan una herida y quemadura en la piel que agrava la situación.
Hay pautas y consejos que podemos seguir para prevenir futuros callos en los pies, e incluso evitar que se vuelvan a generar siempre en las mismas zonas. Algunos de ellos son:
• CALZADO. Tiene que ser cómodo y amplio de horma para que el pie no esté oprimido en el interior. Es importante no abusar de los zapatos de tacón (recuerda, no deben superar los 3-4 centímetros).
Cambiar e intercalar el calzado regularmente también es recomendable, ya que muchas personas usan día a día los mismos zapatos durante meses. Este cambio permitirá al pie “descansar” y evitará que la fricción no siempre se produzca en las mismas zonas.
• VISITAR AL PODÓLOGO. Como hemos comentado en el punto anterior, las quiropodias de forma periódica y realizar un completo estudio biomecánico de la pisada serán claves para la prevención de callos.
• HIGIENE. Una correcta higiene nos protegerá de infecciones tanto en la piel como en las uñas de los pies. Además, es fundamental secarlos bien tras la ducha, incidiendo entre los dedos.
• HIDRATACIÓN. Aplicando todas las noches cremas específicas para los pies, conseguiremos frenar la aparición de muchas lesiones en la piel. Es importante incidir en los talones y dar un masaje para su completa absorción.
• PIEDRA PÓMEZ. Este elemento nos permite exfoliar las pieles muertas, con el objetivo de prevenir la aparición de durezas. Es esencial hacerlo de forma superficial, y ante cualquier irritación o lesión acudir al profesional.